La plaza de armas Luís de Fuentes y Vargas es un lugar histórico de encuentro social, cívico y militar. Es el espacio en el cual se llevaron adelante eventos que la población tarijeña nunca lo olvidará. Hoy es el centro administrativo y económico de la capital chapaca porque en sus alrededores está la Gobernación, la Alcaldía, el Comité Cívico, el Concejo Municipal, bancos de relevado prestigio y restaurantes reconocidos.
El historiador y abogado Carlos Ramiro Ruiz Ávila, de 75 años, vivió toda su vida en este lugar y recuerda a las familias que habitaban en su alrededor y también los eventos que se realizaban allí. Él nació en marzo de 1936 y vivió en la casa que se encuentra ubicada en la esquina General Trigo y La Madrid, que pertenecía a la familia Ávila Ichazu, y donde actualmente se abrió un restaurante.
En el inicio de la entrevista, Ruiz sacó un antiguo pergamino franciscano que contiene un plano de la plaza que data de 1771, en el que se explica las medidas y cuáles eran las familias que vivían alrededor de la plaza.
“La plaza antes no era así, como ahora. En la actualidad está arbolada y ornamentada. En su origen era un lugar despejado, donde semanalmente venían campesinos y vendedores a expender sus productos, al igual que un mercado. Entonces la plaza era un espacio despejado de comercio (permanente)”, comentó.
Además de cumplir la función de mercado una vez a la semana, también se realizaban ejercicios militares, porque cuando llegaba un invitado político, la guarnición se reunía en ese lugar para realizar sus demostraciones.
Según el plano del 15 de octubre de 1771, firmado por Francisco Gutiérrez del Rosal, que pertenece ahora a la orden Franciscana, en la plaza estaba la iglesia matriz de Tarija, mirando hacia el oriente. Había edificios públicos, como el Cabildo (la actual Alcaldía y el Concejo Municipal), de cara al norte. El tamaño de la plaza era de 96 varas, es decir, el equivalente a una cuadra, y el de las calles, 9 varas.
El historiador comentó que a principios del siglo XX, en 1920 aproximadamente, se organizó la plaza como es en la actualidad. Don Alejandro del Carpio, en su calidad de prefecto, trajo las palmeras de Chile, las mismas que hoy adornan el lugar.
Posteriormente, la plaza fue transformada y modernizada. Antes el piso era de loza de piedras y las vías diagonales de la plaza eran de ripio amarillo. Además tenía un cerco de alambre para proteger las plantas. La fuente la trajo el ex presidente Aniceto Arce y sus aguas tenían cisnes, esto en la década de los 40.
En la plaza también vivía la familia Pizarro (actualmente es el restaurante Gatopardo). Al lado vivía la familia Paz Estensoro, enseguida la familia Navajas (actualmente allí funciona el Banco Unión), pero originalmente pertenecía a la familia Márquez. Y al lado habitaba la familia Baldivieso, según el plano franciscano.
En la esquina General Trigo y La Madrid vivía la familia Trigo, al frente la familia Ávila Ichazu. Lo que hoy es el Comité Cívico, antes pertenecía a Arturo Molina Campero. Al lado se construyó la Prefectura, en la década de los 30. Mientras que en la acera de la Alcaldía existían edificios públicos del Cabildo.
En donde hoy es el edificio del Concejo Municipal funcionaba la Policía, e incluso estaba instalada la cárcel de Tarija, en plena plaza, entre los siglos XIX y XX. En donde hoy es el Banco Mercantil vivía la familia Campero. Mientras que en la vereda del Club Social y la Mutual La Primera existían casas particulares que se construyeron a partir de 1939 y que pertenecían a la familia Echazu. El hotel Victoria siempre fue un espacio de alojamiento, y antes pertenecía a un griego que tenía su hotel llamado “Atenas”.
Un lugar de encuentro social.
El historiador calificó como un mito aquello de que antes los varones caminaban por una dirección de la plaza y las mujeres por el otro para saludarse.
En todo caso, Ruiz señaló que la plaza era un centro cívico, social y de contacto entre los pobladores. Los niños podían jugar en la calzada porque no había tránsito de vehículos.
“Cabe recordar que en la década del 50 Tarija contaba con 16 mil habitantes y los menores de edad fueron los que más disfrutaron el espacio porque era como estar en el campo, lleno de árboles y ríos. Era una vida muy tranquila”, indicó.
Como no había alcantarillado, las aguas descendían de San Roque cuando llovía. También a tres cuadras se encontraban las playas del río Guadalquivir, es decir, lo que actualmente es la avenida Las Américas.
“La plaza era el centro de los desfiles, las fiestas del carnaval, los desfiles escolares, fiestas religiosas, procesiones, las fiestas cívicas y acontecimientos políticos. Había espectáculos, propagandas políticas y carteles artesanales hechos a manos. Era un centro cultural”, recordó.
Incluso dijo que se proyectaban películas de cine en la misma calle, pues instalaban un telón para los festejos del 15 de abril. La gente disfrutaba viendo películas de cowboy y documentales educativos.
Al lugar llegaban los lustrabotas, todos eran niños y cada uno con su respectiva caja. También se instalaban los heladeros y confiteros. Según Ruiz, jamás la plaza fue un centro de élite, sino que todos los del pueblo venían a pasear, porque era propicio para los romances y encuentros.
“Nadie discriminaba a nadie. La gente llegaba a la plaza vestidos elegantemente, salían los domingos de la iglesia y pasaban por la plaza para dar vueltas”, comentó.
Las anécdotas que más recuerda son aquellas que tienen relación con el jardinero de la plaza, Cristóbal Guevara. Sostuvo que siempre andaba enojado porque los niños se subían a los árboles a recoger naranjas. El jardinero cuidaba los espacios verdes como si fueran suyos.
“Los cambios en la plaza llegaron en la década del 50, porque modificaron el piso, pusieron mosaicos, instalaron bustos y una variedad de plantines. Sin embargo, no mantuvo la esencia y la tradición”, aseveró.
Debido a que vivió en la plaza casi toda su vida, Ruiz todavía da sus vueltas por el lugar para recordar y sostener encuentros con sus amigos. “Tengo mis recuerdos y nostalgias de mis primeros amores en este lugar”, puntualizó.
Según el historiador, en la actualidad la plaza perdió su encanto porque no viene mucha gente, además está rodeada de locales y bancos. Y porque también la plaza ahora no convoca tanta concurrencia de gente.
“A las personas no se las ve pasear y rodear la plaza como antes. Ahora es un centro comercial y administrativo. En la actualidad solamente vive la familia Pizarro en la plaza, es decir, que es la única familia tradicional que se mantuvo en este lugar”, dijo.
“La plaza era el centro de los desfiles, las fiestas del carnaval, los desfiles escolares, fiestas religiosas, procesiones, las fiestas cívicas y acontecimientos políticos. Había espectáculos, propagandas políticas y carteles artesanales hechos a mano. Era un centro cultural”.
Ubicación:
Calles que rodean la plaza:
Calle Gral. Trigo - La Madrid
Calle Sucre - 15 de Abril